Este cambio comenzó no con una revolución, sino con la pregunta fundamental: ¿Cómo ordenar y mejorar lo que ya se venía haciendo bien?
La respuesta los llevó a un proceso disciplinado que culminó en la certificación RTRS (Mesa Redonda de Soja Responsable) para miles de hectáreas de soja y maíz. Lo que parecía un trámite técnico se convirtió en una reorganización completa de la gestión, enfocada en la trazabilidad, la seguridad y el cuidado del suelo.
La Sustentabilidad en Acciones Concretas:
Cuidado del Suelo: Más allá de la siembra directa (práctica adoptada hace décadas), se avanza en la recuperación de suelos deficientes mediante la incorporación de microorganismos y la proyección de uso de compost para elevar la materia orgánica.
Alianza Estratégica: La colaboración con la Fundación ProYungas en el programa «Paisaje Productivo Protegido» es clave. La iniciativa integra áreas agrícolas con zonas de conservación, monitorea la fauna nativa con cámaras trampa y valora el conocimiento empírico de los trabajadores sobre el entorno.
Impacto Social y Ambiental: La empresa extiende su compromiso a la comunidad, colaborando con escuelas rurales (impulsando huertas y talleres), recolectando envases vacíos de fitosanitarios de pequeños productores y manteniendo reservas privadas que son clave para la biodiversidad regional.
Esta historia es un testimonio del cambio cultural que se vive en el campo. Los líderes del proceso lo sintetizan en una idea poderosa que resuena con la filosofía Argreen: “Sin producción no hay recursos para cuidar los ambientes, pero sin ambiente tampoco hay futuro para producir”. Un equilibrio que ya está marcando el camino de la agricultura responsable.



